Hace
meses vengo con una inquietud que me camina por todo el cuerpo, que
me revolotea en la cabeza y me perturba el espíritu. Meses de pensar
en lo mismo, de reflexionar incansablemente. Me he repetido preguntas
una y otra vez, encontrando respuestas, pero nunca quedando muy
conforme con ellas.
Durante
el fatídico mes de Marzo nos golpeó la noticia de que dos chicas
argentinas habían sido asesinadas en Ecuador. Dos viajeras, dos
amigas, dos aventureras, dos mujeres. Esta última palabra resume
todo... Absolutamente todo.
Nacer
con el sino de ser mujer en este
mundo es lo peor que a un ser humano le puede ocurrir. Por ser mujer
deberá cumplir toda su vida y en todo momento con un sinnúmero de
exigencias cuyo único sustento estará en que ella es ella. Punto.
No hay más. Ella. Por tanto, hasta
su
programación genética estará
orientada
a entrenarla
para que sea
responsable no sólo por
su vida sino también por
la de casi todo ser vivo que le rodea. Se le enseñará a
sentirse culpable si no logra cada objetivo que se le imponga. Desde
niña le pondrán una muñeca en los brazos para desarrollar su
instinto materno, obviando por completo que quizá sus capacidades y
potenciales son inmensos y podrían hacer la diferencia en otras
áreas de su vida. Le
dirán que debe ser linda, recatada
y femenina para validarse a través de la
aprobación de un
hombre. Cuando
comience con su etapa
académica, de
forma sistemática
se le dará a ver
que no es muy
buena
para los deportes ni para las matemáticas. Querrán
convencerla de no estudiar ningún tipo de ingeniería ni nada que
tenga que ver con fuerza física o números. No. Mejor que estudie
para ser profesora, enfermera, parvularia. Esas cosas donde ser mujer
realmente es importante por las especiales cualidades con las que
nació. Se le dirá y se le predicará con el ejemplo además, que el
pilar fundamental de su familia es ELLA. Que todo lo que ocurra con
su esposo o sus hijos será su acierto o su culpa. Se le exigirá que
su primera identidad sea la de madre, amputando cualquier indicio de
ente
independiente y libre que
subsista en su alma.
Así
para cuando
ella sea
una mujer, evidenciará
el
resultado de todo el minucioso
trabajo de su entorno familiar y social. Dados los tiempos actuales,
dada la modernidad, sabrá que hay ciertas cosas que le dijeron que
no son así, que
puede cambiarlas si se esfuerza lo suficiente. Porque hasta para
hacer los cambios que ella quiera, tiene que esforzarse. Nada es
gratis en esta vida para las mujeres.
En
todo el grupo de niñas
que contenga cada generación, habrá algunas que sepan salirse
del estereotipo y que no dejarán que les corten las alas. Serán
fuertes, se sabrán hermosas, volarán libres y podrán gobernar su
mundo y su vida como mejor les parezca. Esas privilegiadas serán
pocas, pero van a inspirar a todas las demás
que no lograron escapar
de su rol. Estas últimas
pasarán por muchos dolores en su vida; se forjarán a punta de
fracasos, de lágrimas, de frustraciones y sobre todo, decepciones.
Se encontrarán con que el mundo no funciona como les dijeron, que la
vida no era esto que les pintaron. Se cansarán de intentar de ser
perfectas, y si
son afortunadas llegará
el día en que sólo intentarán ser ellas mismas.
Yo
me imagino que Nabila Riffo debe haber sido de aquellas.
Por lo poco que sé, había sido pareja y madre. Trató de rehacer su
vida con un hombre que pensaría
que la quería,
pero en realidad sólo resultó ser uno de los ellos, los dueños del
mundo. Nabila había hecho una
denuncia por violencia y
alguna ayuda había buscado. Pero no se la dieron y la dejaron sola
como a muchas de las víctimas de los ellos. Su
angustia o su temor no pasaron de ser algún número de causa o un
Oficio archivado.
Todavía
no se descubre la identidad del agresor de Nabila. Se sospecha de su
ex pareja, contra
quien
hizo la denuncia por violencia. Uno de sus vecinos afirma haberla
visto correr esa noche calle abajo, tratando de escapar de su
agresor. Otros confiesan haber escuchado sus desgarradores gritos.
Claro
que deben haber sido desgarradores, cómo no. La golpearon tanto en
la cabeza, que perdió piezas dentales y masa cerebral. La violaron.
Y luego, como tristemente todos ya sabemos, le sacaron los ojos y
la dejaron abandonada a la intemperie para que muriera como una
cosa sin valor.
Cuando
escuché la historia de Nabila Riffo,
se me salieron las lágrimas. Ya había llorado dos meses atrás por
Marina Menegazzo
y
María José Coni,
asesinadas en Ecuador y luego
dejados
sus cuerpos en
bolsas de basura en la playa.
Lloré también por Juliana Aguirre, la colombiana descuartizada por
su novio y lanzada por trozos al río Mapocho. Lloro
porque eran mujeres, eran como yo. Tenían sueños, tenían un
futuro, tenían fuerza y eran luchadoras. No me hace falta haberlas
conocido para saberlo, porque ser mujer es una lucha en sí misma.
Mataron a Marina y María José para violarlas, para imponer una
relación sexual a la que se negaron. A Juliana la mataron por celos,
porque el hombre inseguro que tenía a su lado no soportaba la idea
de que ella comprendiera que merecía alguien mejor. Y
me
parece claro que a Nabila le arrancaron los ojos para evitar que
mirara a otro. No
encuentro, realmente, otra explicación "lógica" a
semejante acto de violencia.
Yo
me pregunto, muy deprimida, hasta cuándo las mujeres seremos ese
animal sin valor que utilitariamente sostiene todo el maldito sistema
en el que vivimos. Hasta cuándo será fácil que venga un bastardo
infeliz
y nos amenace, nos viole, nos mate. Hasta cuándo tendremos que
tolerar que nos rebajen y nos insulten con nuestra sexualidad o
inteligencia. Hasta cuándo nos agreden por tomar conciencia de
nuestros derechos y querer levantarlos como una bandera. Hasta cuándo
caricaturizan el
feminismo en el dibujo de una mujer bigotuda y con músculos, vestida
de militar, que fuma puros y a la que denominan nazi. Como si
fuéramos nosotras las
que buscamos exterminar a los hombres, y no al revés. Porque eso
hacen estos valientes caballeros. Cuando ven que no es posible
sofocar la fuerza, la valentía, la independencia y la lucha de una
mujer, su impotente respuesta es matarla, porque SABEN, ellos SABEN
que no hay otra manera de detenerla.
Termino
de escribir, agitada de tanta rabia. Hasta
cuándo, por la mierda...
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